3.1.17

Volver al Sur para no perder el Norte


Comienza un nuevo año y las fuerzas merman. La ilusión de la juventud te hace comenzar con hambre de éxito el año nuevo, pero maduras, lamentablemente maduras, y se hace cuesta arriba enfrentarte a un papel en blanco. Donde antes escribías deseos de avanzar ahora solo se te ocurre aquello que no quieres que se vuelva a repetir o peor aún escribes temores que llenan tu nuevo año de fantasmas que aún siéndolo, te llenan de miedos y amenazas infundadas que paralizan y asustan, es triste que tu armadura se agujeree por el miedo.

Hace poco tiempo eramos unas extrañas madres felices que removían de sus asientos a los conservadores porque teníamos sueños, porque queríamos vivir el autismo en positivo, porque no pretendíamos rendirnos a las sentencias sobre nuestros hijos, sobre nuestras familias, sobre nuestras vidas, sobre nuestra felicidad. Y esa felicidad incomodaba, esas sonrisas y proyectos de futuro sin estrenar rompían moldes estereotipados de sufridores por decreto. Sonreír y soñar era una provocación y provocábamos.

Últimamente contemplo perpleja la sombra de todo aquello. Como en Pompeya, escenas cotidianas petrificadas por una fuerza destructiva tan poderosa que no te otorga ni tiempo a reaccionar.
Páramos secos donde había valles frondosos y cumbres majestuosas convertidas en riscos donde siempre hay tormenta.

Miro en mi espejo y me contemplo cansada, agotada, exhausta.  La batalla es tan terrible que te convierte en lo que nunca deseaste ser. Luchar contra el mundo y sus inclemencias deja huella, nadie sobrevive a esta vida. ¿Donde está entonces el secreto de la victoria? ¿Hacia donde he de volver para reparar mi maltrecha armadura?

Con ese ánimo releo, releo mi historia y su guión para no perder el hilo. Para aferrarme a la esperanza de que nada se ha acabado, que todo comienza cada día, que soy yo quien escribe, que no me rendiré, que no pienso convertirme en estatua de sal por mirar atrás con nostalgia de lo que ya no es sino para tomar impulso hacia lo que será, porque sigo escribiendo mi historia, soy yo quien escribe.

En aquellos primeros comentarios de ánimo tomo fuerza y no me rindo, donde hubo fuego quedaran brasas. Releo y encuentro las fuerzas del comienzo, en positivo, sin temores, con la rabia de las ganas de llegar y de hacerlo con una sonrisa. Releo y encuentro no desencuentro.

Y entre ellos, mi alma se rompe en un sosiego, y una cálida voz queda escrita en el tiempo para volver a darme el valor que anhelo. Junto a muchas otras que callaron pero que quedan sembradas en mi corazón y en mis fuerzas, está la suya. La de quien nunca dudo de mi y hoy me vuelve a marcar el Norte como la brújula dorada que me acompañará para siempre.

No es nada fácil ¿o sí?

Tan fácil como vivir, tan sencillo como tomar el papel en blanco y dibujar de nuevo colores brillantes. Tan fácil como luchar.

Me lavaré la cara, lavaré mis heridas y apretaré los dientes de nuevo para sonreír y provocar. Seré yo, porque soy yo quien escribo, porque es un regalo, porque quiero, quiero seguir viviendo en positivo.

Entre tanto, algo no ha cambiado, mi pequeño sigue riendo sin motivo, una de esos items que marcaron esta aventura y que aún me inquieta, me conmueve y me da fuerzas. Parece reír y pensar... ¿por qué estas triste sin motivo?


No se si bien o mal pero seguiré haciéndolo como hasta ahora, porque quiero vivir en positivo, porque no es nada fácil, o sí. 



3 comentarios:

  1. Así como describes nos vemos reflejados muchos... creo que forma parte de esta realidad la burbuja de las redes sociales, que no dejan de ser un medio virtual y no real en el que a menudo priman los protagonismos, y que a la hora de lo realmente importante como dice Eva Reduello miramos hacia otro lado pensando que a ti no te va a suceder lo que le ha pasado a otros cuando el camino es el mismo para todos.
    No obstante no hay que perder la esperanza en un mundo mejor para nuestros hijos sabiendo que este pasa por nuestro esfuerzo.
    Un abrazo.

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  2. Por matizar y que no se malentienda esta entrada, mi situación anímica no es muy boyante y nada tiene que ver con el autismo de Ángel, aunque como en todo en tu vida, se impregna y cuesta aún más si cabe trabajar por ser feliz.
    No pretendo calzarme los zapatos de nadie, los míos ya me aprietan suficiente.
    Lo que escribo siempre son pensamientos en voz al alta y tienen que ver con el autismo pero también con mi vida y mis circunstancias.
    Hoy he encontrado un mensaje de mi madre en el blog y quizás esa alegría amarga de volver a escucharla y las lagrimas de mis ojos se leen en esta entrada.
    Lo que anhelo que vuelva no lo hará, se perdió, su animo y su aliento, pero encuentro miguitas que parece haber dejado cuidadosamente para los momentos de bajón como la de hoy y retomo fuerzas.
    No siempre es el autismo, ni esta injusta sociedad, no siempre son las redes, no siempre son las leyes humanas, a veces tu fortaleza es probada en otros menesteres que desalientan tanto o más.
    Dar mi opinión es un derecho, no darla también lo es.
    Yo sigo recomponiendo mi corazón y trabajando por conseguir ser la mitad de MADRE que lo fue la mía.
    Un abrazo y adelante siempre.

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  3. Ay, mi Isabel, pienso como tu, que difícil es a veces sacar esa "sonrisa" para poder tirar pa`lante..... Pero suelo mirar al cielo, y de pronto, una estrella brilla, unas veces mas fuerte, otras, un poco menos, me da ese empujoncito para respirar hondo y seguir.
    Y recuerda. esta Talaverana os quiere muuuucho

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