Tengo que dar gracias a Dios por poner en el camino de mi vida a un HOMBRE.
Junto a él soy mejor persona, me complementa y me completa.
Desde que lo conozco no lo he dudado ni un solo minuto: es el hombre de mi vida.
Hace ya veinte años que somos pareja, toda una vida. Ya casi llevo vividos más años junto a él que antes de conocerle.
Sus silencios están llenos de comprensión, sus palabras calman mi espíritu. Me sabe esperar, hace como que me escucha cuando me desahogo incluso cuando lo que expreso es de todo menos bonito. Está ahí, siempre está ahí.
A veces como una roca que golpea el mar insistentemente, sin desfallecer, soportando hasta el extremo, callado, fuerte, impasible.
Otras veces como un tallo tierno que mece una brisa y que parece se romperá en un instante, frágil, expuesto, vulnerable. Pero siempre está.
Me hace sentir afortunada. Nunca deja que olvide lo maravillosa que es nuestra vida, nunca deja que olvide que los sueños se trabajan cada día y el nuestro se cumple en cada puesta de sol, y amanece en cada beso de “buenos días”.
No soy sin ti.
Por él tengo lo más grande que hay en mi vida, mis hijos. En sus caras y en sus gestos veo cada día al hombre del que me enamoré, el que me sonreía con los ojos.
Supongo que cuando la fortuna te toca de esta manera, y encuentras tu alma gemela lo que venga después es pura añadidura.
En los momentos más amargos no duda de mi valor y premia mi fortaleza. Nunca exige, siempre confía.
Antepone mi descanso aunque suponga su esfuerzo. Un guerrero feroz en la batalla cuando tiene que defender y cuidar a su manada. Nosotros somos su familia.
Es el amigo, el socio, el amante, el padre. Todas esas palabras que o están llenas de confianza ciega o están vacías.
No puedo darle las gracias, porque no es agradecimiento lo que siento, es amor.
Jamás nadie me ha querido como él, jamás me sentí más amada.
Como puedo acaso atreverme a decir que no tuve suerte en la vida. Elegí al mejor padre del mundo para ser madre, me encontré al mejor compañero de viajes y compre billete de ida, no perdí la oportunidad que pasó a mi lado como un susurro.
Y aquí estoy enamorada hasta las trancas y feliz. Muy feliz.
“Por ser algo no perfecto, te amaré”
Yo nunca encontré al Príncipe Azul, porque nunca lo busqué. Y sin buscar, encontré a mi Lobo Feroz que sabe verme mejor, oírme mejor y comerme mejor.
TE QUIERO MI LOBO
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