Por
experiencia un momento complicado es tener de frente la discapacidad
profesional de un sistema y de los propios individuos en particular que se
suponen tienen que “educar” a tus hijos, convivir con ella y no querer darte
cuenta de que existe, de que la falta de capacidad existe.
Durante años
vimos día a día esa falta de capacidad, la excusamos, miramos hacia otro lado,
no quisimos afrontar la realidad de que no se podía, que nunca serían capaces
de lograrlo. Nos empeñamos en cambiar lo que arraigaba en lo más hondo y no
llegamos siquiera a la superficie. No
son capaces y tenemos que aceptar que nunca lo serán.
No lo serán
porque no quieren porque poder se puede. Pero estos docentes no han querido, excusándose
en que no podían.
No le deis más
vaselina y aceptad que no podéis porque no queréis poder.
No es cuestión
de recursos materiales, ni de horas lectivas, ni de ratios, ni de recursos
humanos, y muchísimos menos es cuestión del perfil del alumno. Es cuestión
vuestra, de vuestra profesionalidad, vuestros valores, vuestro trabajo, y no habéis
podido porque no queréis, porque de otra forma tendré que aceptar vuestra
discapacidad para enseñar a mis hijos.
Cuando la
diversidad llega a una familia no se nos dan más dotaciones en el hogar, por el
contrario en la mayoría de las ocasiones se restan, no se nos ofrecen apoyos ni
materiales ni humanos en casa para afrontar la carga de trabajo extra, tenemos
que seguir cumpliendo con nuestras obligaciones laborales y emocionales, no se
nos ofrece formación gratuita y en horarios adaptados a nuestras necesidades,
la formación la buscamos, la pagamos y la realizamos bajo nuestro propio coste
de tiempo, laboral o no.
Y los
materiales los buscamos, pintamos, reciclamos, y si no existen los creamos.
No somos
especialistas de nada, nos hacemos especialistas porque no nos queda otra
salida, no tenemos opción.
Cuando un
profesional de la orientación pedagógica me dice que hijo con 6 años “presumiblemente
no avanzará más” para nosotros pierde instantáneamente toda capacidad para
orientarnos y se degrada como profesional y como persona a la mínima expresión.
Cuando un
tutor utiliza como argumento las quejas de los demás padres para apartar a un
niño de una actividad por minia que sea como hacer la fila por la mañana, o una
auxiliar utiliza expresiones como “yo soy quien se come los mocos de tu hijo”.
Cuando te
dicen que el equipo de Atención Temprana te miente o te piden que justifiques
la asistencia de tu hijo al colegio cuando no se le esperaba.
Cuando te
llaman con urgencia a consejo de guerra porque has publicado algo en facebook que
nada tenía que ver con tu hijo sino con la situación de otro niño en otra
provincia pero tardan 13 meses en darte una audiencia con el equipo de
orientación solicitada por escrito.
Cuando el
equipo directivo calla y otorga mientras te dice en privado “tienes razón pero…”
Idem.
Y ahora
decidme que saco las cosas de contexto.
Y cuando
todos mentís en documento oficial diciendo en el PTI de nuestro hijo que la
culpa de vuestra mala praxis es nuestra porque no hemos colaborado, firmáis una
sentencia que os condena a vosotros, a todos vosotros.
Afortunadamente
nuestro trabajo está más que documentado y vuestra insolente mentira irrita
pero no hace daño porque bien podíais haber firmado que el Tajo pasa por Córdoba
y Sevilla, porque es igual de creíble.
No es que no
quisierais llevar una agenda, que confundisteis con un registro de hábitos en
casa antes de ir a la escuela, ¿ha desayunado? ¿comida, bebida? ¿hora de hacer
pis? ¿ha tomado medicamentos? ¿Cómo ha dormido? que rellenamos religiosamente
durante todo un curso, es que ni siquiera nos disteis el boletín de notas como
a toda familia de este país, muy profesional.
Aquel registro era
un despropósito que enfatizaba que la culpa era nuestra y de los hábitos en
casa. Porque no eran más que malos hábitos
y caprichos mal llevados. Y nada tenían de información relevante en un alumno
que controla esfínteres, no tiene trastornos del sueño y nunca se ha medicado,
pero en fin…
Afortunadamente
todo pasó y en estos momentos aunque con la herida abierta de una pésima experiencia
nos estamos reconciliando con la profesión docente, volviendo a creer que la
vocación de enseñar existe y ha tocado a más de uno.
Que hay
maestros y maestras que quieren poder, que ven en sus alumnos piedras preciosas
por tallar y que creen en ellos, en sus posibilidades y en sus capacidades.
Y si no
tienen recursos los pintan, maestras capaces de quedarse sin el tiempo de
recreo por atender las necesidades de sus alumnos, maestras que no ven en la
alabanza un peligro sino un arma para seguir avanzando, orientadoras que
practican el arte de escuchar y que empatizan, equipos directivos que no
priorizan las listas a las familias, EDUCADORES así con mayúsculas.
Y se nos ha
dado la oportunidad de encontrarlos no en un colegio nuevo, sino en dos, porque
nuestros hijos este año cursan en colegios diferentes por la gracia y obra de
alguna a la que deberemos toda nuestra vida la fortuna de darnos las fuerzas
con su actitud déspota para luchar por tener la tranquilidad de ofrecer a
nuestros hijos lo que cada uno necesita y lo hemos conseguido. Gracias, tu
falta de profesionalidad nos dio las alas que necesitábamos.
Como
cualquier desengaño necesitamos tiempo para superarlo para poder hablar de
ello, pero el desamor solo lo cura un nuevo amor, y estamos rodeados de
verdaderos profesionales de la educación y los resultados nos están sorprendiendo
en demasía.
Costando está corregir vuestra mala praxis pero tenemos materia
prima y excelentes artesanos que labran el futuro de nuestros hijos y estamos
por fin tranquilos, felices, porque nuestra familia se lo merece.
Doy gracias
a Dios por mi historia, hasta por este sufrimiento porque todo esto nos ha
llevado a donde ahora estamos.
Si eres
padre o madre solo un consejo, rodéate de los profesionales que puedan ayudarte
a ti y a tu hijo a crecer, estén donde estén y te cueste el esfuerzo que te
cueste, dale lo que necesita sin pensar en que es lo que te gustaría que fuera
esa realidad porque a veces hay que aceptar que ciertos profesionales
presumiblemente no avanzaran más.
Y si eres un
profesional de la educación no te rindas nunca, nunca. Aprovecha a cada
familia, a cada alumno, cada pequeño recurso, capacidad y voluntad que te
ofrezcan será inmenso para su futuro. Y este también está en tu mano, no lo
olvides.
Gracias a
los maestros y maestras que este año trabajan con nuestros hijos por darnos lo
impagable, la tranquilidad de llevar a tus hijos al cole y recogerlos a la
salida con una sonrisa, felices, que
aunque para alguno parezca mentira no es propiedad de todas las familias y muchos
desgraciadamente sabéis de qué hablo.
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