17.1.22

CRECIENDO CRECIMOS


El soldado curtido en mil batallas, lleno de cicatrices y con la experiencia de la lucha eterna todavía sangra con cada espadazo.

El marinero de manos encalladas por la labor entre redes y olas que se enfrenta cada madrugada al mar todavía siente miedo ante la tormenta en altamar.

El sabio maestro con sus lecciones más que aprendidas vividas en propia carne durante toda una vida todavía duda ante la nueva pregunta.

La vida es un no dejar de luchar, sangrar, trabajar, empoderarse, sentir miedo, dudar... 

No me pidas que esté ya preparada para todo lo que acontezca porque han pasado los años. 

Todavía sangro, todavía siento miedo y duda. Y lo cierto es que espero seguir sintiendo todo eso porque será signo de que estoy viva. 

Pero duele. 

No me puedes pedir que deje de doler. No puedes creer que ya la dureza me envolvió de tal manera que el dolor no se sienta. Solo tengo mi umbral más alto pero el vivir me sigue retando y vuelve a tocar el umbral de mi dolor sin esperarlo. 

Y duele. No vuelve a doler, duele sin más, ahora, a herida abierta. 

Solo he aprendido a lamer mis heridas y continuar, a por la siguiente. Porque a estas alturas ya sabes que habrá más y más duro. 

Escuchas hablar del duelo del diagnostico, y te alegras de que muchas familias no tengan que romper a golpes un estigma que nos toco vivir cuando hablar, solo hablar, y comunicar sin miedos ni vaselinas lo que nos pasaba era motivo de escándalo porque lo mejor era no exponer a nuestra familia y a nuestro hijo. Pero para nosotros todo aquello pasó y quedan muchas más etapas que vivir, muchos más motivos para contar nuestra realidad. 

Dejamos atrás la infancia, los primeros momentos durísimos de batallar con lo que nunca esperaste encontrarte, pero siento deciros que esto no termina cuando deja de ser niño. 

Comienza la adolescencia con autismo. El momento de preparar lo que será la vida adulta. Ya no somos niños, ya no eres la mamá de un precioso y sonriente bebé al que todos decían que no se le notaba nada. 

Ahora un chaval más alto que tú, con estereotipias, y sensibilidades sensoriales, al que le cuesta comunicarse es el amor de tu vida. 

Todas las madres miran a sus hijos como el niño que fueron, tengan la edad que tengan. Pero todas debemos aceptar que ya no lo son, que  crecieron y se convierten en hombres y mujeres.

En cada uno de sus cumpleaños sientes más los tuyos, porque ellos se hacen adultos y tú... 

Entonces la vida sigue para todos y las necesidad de todos cambian. Los profesionales vuelven a tener niños en sus clases y sus terapias y vuelven a trabajar con ellos mejorando sus métodos cada año. Los amigos comienzan a cambiar sus vidas porque sus hijos crecen y marchan. La familia cambia, crece y se mengua cada año sin compasión. 

Y tú vuelves a mirar hacia un terreno inexplorado, vuelves a sentirte vulnerable, vuelves a sentir la soledad del corredor de fondo, el miedo a lo incierto, el sudor frio del comienzo de la batalla. 

Miras hacia atrás y te reconforta lo ganado. Lo vivido bueno y malo te impulsa hacia delante. Y vuelves a temblar. 

De nuevo, formarte, de nuevo aprender, de nuevo informar, de nuevo romper barreras, de nuevo, todo de nuevo en un nuevo universo, la adolescencia y la juventud. 

Y aunque tus fuerzas flaquean, aunque esperabas que ya habría más territorio colonizado a estas alturas, aunque te siga doliendo tu ser entero y lo que necesitas es descansar de todo y respirar, vuelves a apretar los dientes y avanzar. 

Y tu familia se condensa como una esencia, y el mundo nos mira como siempre entre la admiración inexplicable y la pena miedosa, y seguimos erguidos hacia delante. 

Si nos acompañas nutrirás tu espíritu en mil aventuras que ni sueñas, aprenderás junto a nosotros y nosotros aprenderemos de ti, viviremos lo bello y confuso de una vida en modo experto y juntos avanzaremos más alto, más lejos, más fuerte.

Si no te apetece, no te compensa, o no quieres, no nos molesta pero no nos molestes. Estamos consiguiendo una meta muy elevada, estamos viviendo el autismo sin mitos, sin penas y sin admiraciones, estamos viviendo nuestra vida felices, la que nos ha tocado. 

Ya no nos molesta que no quieras acompañarnos, lo entendemos, lo asumimos pero tú te lo perderás. 

Sed todos felices. Nosotros vamos a hacernos adultos. Estamos en plena adolescencia y el trabajo es tan arduo como al principio y nuestro tiempo avanza inexorablemente. 

¡La infancia ha sido tan corta! Esta nueva etapa la pensamos disfrutar batallando. 

Comienzan unos nuevos juegos. Seguimos entrenando porque vencer es nuestra única opción.

Estas invitado.  Pero si no vienes nos vamos, que tenemos prisa por vivir felices. 




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